ORIGEN
La berenjena es originaria de las zonas tropicales y
subtropicales asiáticas. Se cultivó desde muy antiguo en la India, Birmania y
China. Hacia el año 1.200 ya
se cultivaba en Egipto, desde donde fue introducida en la Edad Media a través
de la Península Ibérica y Turquía, para posteriormente extenderse por el
Mediterráneo y resto de Europa. Fue en el siglo XVII cuando se introdujo en la
alimentación, tras ser utilizada en medicina para combatir inflamaciones
cutáneas y quemaduras.
TAXONOMÍA Y MORFOLOGÍA
Familia: Solanaceae.
Especie: Solanum melongena L.
Planta:
es herbácea, aunque sus tallos presentan tejidos lignificados que le dan un
aspecto arbustivo y anual, aunque puede rebrotar en un segundo año si se cuida
y poda de forma adecuada, con el inconveniente de que la producción se reduce y
la calidad de los frutos es menor.
Flor:
el número de pétalos, sépalos y estambres oscila entre 6 y 9. Los pétalos son
de color violáceo. Tanto el pedúnculo como el cáliz poseen abundantes espinas,
aunque actualmente se tiende al cultivo de variedades sin espinas. Los
estambres presentan anteras muy desarrolladas de color amarillo que se sitúan
por debajo del estigma, dificultando la fecundación directa.
Fruto:
es una baya alargada o globosa, de color negro, morado, blanco, blanco jaspeado
de morado o verde.
Suelo:
es poco exigente en suelo, debido a que posee un potente y profundo sistema
radicular. No obstante, los suelos más adecuados son los francos y profundos.
En suelos arcillosos pueden presentarse problemas de asfixia radicular,
mostrando rápidamente los síntomas. Los valores de pH óptimos oscilan entre 6 y
7, aunque en suelos enarenados puede cultivarse con valores de pH comprendidos
entre 7 y 8,5. En suelos ácidos presenta
problemas de crecimiento y producción.
Fertilización carbónica: la aportación de CO2 permite compensar el consumo
de las plantas y garantiza el mantenimiento de una concentración superior a la
media en la atmósfera del invernadero; así la fotosíntesis se estimula y se
acelera el crecimiento de las plantas.
RECOLECCIÓN
Las berenjenas se cosechan en diferentes estados de
desarrollo. Dependiendo del
cultivar y de la temperatura, el período de floración a cosecha puede ser de 10
a 40 días. El fruto de berenjena debe recolectarse antes de que las semillas
empiecen a engrosar, ya que los frutos con semillas amargan el paladar, no
siendo necesario que el fruto haya alcanzado la madurez fisiológica. En el
momento adecuado para su recolección el fruto presenta un aspecto brillante.
Normalmente el tiempo que media entre dos recogidas consecutivas es de 5 a 10
días, dependiendo de las condiciones ambientales.
Algunas normas básicas para la recolección son:
Cortar el fruto por la
mañana y, a ser posible, exento de humedad, respetando el plazo de seguridad de
las materias activas empleadas.
Emplear siempre tijeras
de podar para no causar desgarros, dejando al menos un centímetro de pedúnculo.
Cuidar la manipulación
del fruto para que no sufra golpes ni magulladuras, colocándolo directamente en
la caja de campo, utilizando un separador entre capa y capa.
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